Cuando un pequeño agricultor de Rantasalmi, Antti Kärkkäinen, se compró su primer ford majori en el año 1954, empezó a pensar cómo podría dominar la peor plaga de los campos del este de Finlandia: las piedras. Antti era un hombre ingenioso, así que desarrolló él mismo su propia máquina de despejar piedras: Kivi-Antti ("kivi" significa "piedra), que presentó en sociedad en una exposición agraria de Mäntyharju en el 1956. La venta arrancó con agilidad y de la comercialización se ocupó el mismo anfitrión, que fundó en el 1960 en su propia casa una empresa llamada Rantasalmen Raivusväline. La empresa sacó al mercado nuevos inventos, entre otros, la rastra PATU, presentada por primera vez en Vääksy en el 1968. Gracias a los nuevos productos, la actividad de la empresa creció.
El crecimiento de la empresa conllevó desafíos logísticos, ya que la fábrica estaba a un difícil camino de la estación del ferrocarril, y la carretera no era particularmente buena. De modo que, lógicamente, ya en el 1969 empezó la búsqueda de unas instalaciones mayores y logísticamente mejores. En mitad de la búsqueda, a Antti Kärkkäinen lo vino a buscar la parca y falleció. Con su hijo Seppo al frente del negocio, el municipio de Kesälahti se mostró positivo a la ampliación de la empresa y construyó a la empresa unos espacios de producción de 1.800 metros cuadrados, a los que esta se mudó en el año 1974. Para el 1974, la empresa ya tenía un par de docenas de empleados. Al cabo de la década, la cantidad de trabajadores y la producción crecieron: salieron de la fábrica 2 productos para vagones ferroviarios que se conocieron bajo la marca PATU. Tras el traslado, Rantasalmen Raivausväline pasó a llamarse Kesla, haciendo honor al nombre del lugar de su nueva sede. La empresa se convirtió en pionera del equipamiento forestal de tractores. Uno de los factores que aceleraron el crecimiento fue el comienzo de la colaboración con Hankkija.
La dirección de Kesla tomó en el 1979 la importante decisión de pasar del campo al bosque, de la maquinaria agrícola a la cosecha de madera. En la década del 1980, la actividad creció con fuerza y, al final de la década, el volumen de negocio ya rondaba los 80 millones de marcos finlandeses. La maquinaria forestal transformó a Kesla en toda una empresa exportadora. Gracias al crecimiento, durante los 80 las instalaciones de Kesälahti se fueron ampliando prácticamente todos los años. Kesla se extendió a una nueva sede en el año 1984, al adquirir en Ilomantsi la empresa de maquinaria Kartekki Ky, con la que se fusionaría. En el año 1988, la actividad de Kesla se amplió también a Joensuu, cuando compró a S.A. Tervo la mayoría accionarial de las empresas Karjala Rautarakenne y Foresteri Oy. La década vio un gran crecimiento del mercado del equipo forestal para tractores. A raíz de las compras, Kesla se transformó también en fabricante de grandes grúas. La empresa empezó a cotizar en bolsa en el año 1988.
Al llegar la década del 1990, Kesla se extendió a un nuevo sector y empezó a fabricar nuevos productos: plataformas elevadoras para personas. La crisis de los 90 afectó también gravemente a Kesla, que se vio obligada a reorganizarse. No obstante, el núcleo de la compañía permaneció intacto y, cuando la crisis empezó a remitir en los años 1993-1994, Kesla empezó a crecer de nuevo, con las exportaciones ocupando un papel que nunca antes habían tenido. Por primera vez superaron a las ventas nacionales en el año 1992, y ya no dejaron de crecer uniformemente hasta el día de hoy, en que suponen más del 70 %.
A principios de diciembre del 2005, Kesla Oyj se transformó en consorcio, cuando la actividad de la planta de Ilomantsi se organizaron como empresa independiente filial al 100 % de Kesla Oyj bajo el nombre de Kesla Components Oy. Kesla fundó también su primera filial: OOO Kesla, en Rusia. Sin embargo, hubo que reducir la actividad de la filial debido a la crisis financiera del 2008. Kesla presentó en la feria de maquinaria FinMETKO 2006, en Jämsänkoski, una imagen renovada de la empresa y sus productos. Sus reconocidas marcas PATU y FORESTERI y sus correspondientes colores se unificaron bajo la marca KESLA y un color negro y gris. Con la uniformización de la empresa, sus productos y sus colores, Kesla se convirtió en un único actor en el mercado y mejoró su visibilidad. Kesla se convirtió en el "experto en tecnología forestal". Empezó a comercializar las grúas para camiones de la serie 2000, los mecanismos de carga forestal de las series 200 y 300 y una nueva gama de cosechadoras. El segmento de las plataformas elevadoras se abandonó en el 2006.
En febrero del 2012, Kesla inscribió a Kesla GmbH en el registro mercantil de Alemania. La filial se ocupa de la venta y la atención postventa a los distribuidores y los clientes alemanes. Kesla continuó su estrecha colaboración con los fabricantes de maquinaria forestal y minera. Ya al principio de la década, la empresa sacó al mercado una nueva gama de productos: las grúas de la serie 21, la segunda generación de tenazas cosechadoras, las garras proG y unos remolques forestales para tractores totalmente renovados. Para reducir los efectos cíclicos, a partir de las grandes grúas para camiones se desarrollaron las grúas City, apropiadas también para uso urbano, equipadas con sistema de control. El crecimiento fue especialmente intenso en los mercados asiáticos. Kesla pone fin a tres décadas de colaboración con Hankkija y empieza a trabajar con AGCO International. Al final de la década, la compañía se divide en tres áreas de negocio: equipo para tractores, dispositivos de cosecha de madera y grúas para camiones e industria.
Crecer al siguiente nivel desde la categoría de los 40 millones de facturación requiere de una visión inspirada, un sistema de dirección más claro y sistemático, una profunda comprensión de las necesidades del cliente e innovaciones que le aporten valor añadido. Comprender la necesidad de actualizar la actividad hasta un nivel más no sucedió sin problemas, pero, como resultado, los valores y la estrategia de la empresa han encontrado su forma, lo que facilita afrontar los nuevos retos. A lo largo de seis décadas, Kesla ha crecido hasta convertirse en un socio internacional, exitoso y valorado en su sector, con tres fábricas en Finlandia, una empresa comercial en el exterior y ventas a más de 40 países, cuyas exportaciones suponen el 61 % del volumen de negocio anual. El personal, orgulloso de pertenecer a Kesla, asciende a aproximadamente 250 trabajadores.